Los episodios vividos el pásado sábado en Balaídos fueron un auténtico ejercicio de vergüenza ajena. Si ya hace un tiempo hablábamos del criticable comportamiento de la afición, esta semana tenemos que añadir el bochornoso esperpento que protagonizaron aficionados celestes entre ellos mismos.
Los enfrentamientos fueron, principalmente, entre dos sectores (fondo y marcador), que se estuvieron retando durante gran parte del partido con gestos e insultos de todo tipo. Vergonzoso. Lamentable.
Los enfrentamientos fueron, principalmente, entre dos sectores (fondo y marcador), que se estuvieron retando durante gran parte del partido con gestos e insultos de todo tipo. Vergonzoso. Lamentable.
Es curioso que, cuando peor va al equipo, la afición se rompa de tal forma. Lo lógico sería que todos fuésemos una piña, que intentásemos que Balaídos fuera una caldera (iluso de mí) y que la presión con la que juega el Celta de local se trasladase al rival. Pero claro, es el Celta. Aquí lo lógico pocas veces tiene cabida.
A estos "piques" entre aficionados se le unieron dos acciones bastante incoherentes. Quizá la más triste y que demuestra muy poco, o más bien nada, de quien la inició fue el cántico de "A Segunda B". Es quizá una de las mayores barbaridades que he oído en Balaídos en los últimos años.
Llevo reflexionando sobre ello durante varios días intentando encontrar una explicación mínimamente decente pero oye, chico, no se la encuentro.
Y si no era suficiente con esto, aparecieron los silbidos. Esta vez tardaron poco, unos 20', cuando el Girona ya iba ganando 0-2. Esto, sin lugar a dudas, sí que es incongruente, pero realmente es la historia de todos los años. Silbadores profesionales. Y nunca me hartaré de criticarlo.
Yo, como aficionado, voy a Balaídos a ver a mi equipo ganar y, si no puede ser, me conformaré con que al menos lo hayan intentado y hayan tenido actitud. Aplaudiré más o menos, pero no silbaré. ¿De qué sirve?
Tampoco centraré todos mis odios en jugadores que ya de por sí son fácilmente criticables por el cartel que llevan colgando al cuello. Creo que nos lo sabemos todos de memoria.
Dudo, sinceramente, que a los jugadores, con la moral por los suelos, les anime ver que la grada los increpa. Vamos, eso creo yo. Porque para criticar ya están los foros, las tertulias y demás reuniones. Ahí sí que analizaremos objetivamente lo que haya que analizar.
Pero cuando vas al campo, te pones tu camiseta y esperas ansioso a que empiece el partido con un paquete de pipas en la mano no existe ni el análisis ni la objetividad. Ahí sólo existe la palabra apoyo. Sea como sea, y con 0-1, 0-2 o 4-0.